martes, 18 de mayo de 2010

Alma de extraño.


La sensación de exterioridad de mi espíritu y mi sistema sensorial se ha postrado en la yema de mis dedos. Todo lo que antes era claridad ahora es sólo un punto más en la pared de mis recuerdos. Salir de mi, dejar de ser yo y convertirme en algo que nunca supe, que nunca sabré, que quizás, esté escondido bajo mi párpado y ahora que está a punto de tomar el control no se puede detener, no sabe que quiere, sólo canta, brinca, baila, danza, danza con la sombra de tus ojos y el olor de tu cabello. Danza sin parar, danza libre, danza al compás de los latidos de mi corazón. Tus ojos, pistolas que me hielan la sangre, que me paran los latidos y, a su parpadeo, hacen explotar mi corazón en un latido arrítmico, similar al aleteo de un colibrí. Me miran, se postran en mis ojos, absorbo cada detalle, cada recuerdo que en ellos está grabado, los ríos de lágrimas secas, lagunas tristes, mares felices; inclusive, ese sendero que no se ha atrevido a aparecer. Lo memorizo, al final decaigo. Lo que fui ya no soy, ya no eres, ya no somos, sólo soy un cuerpo vacío en un el panal del olvido y, los recuerdos; zumbando y acumulándose para explotar. Quiero anclarme a tu risa, a tus ojos, a tu cuerpo, a tus labios. Labios que juegan conmigo, que susurran al viento palabras que no comprendo, palabras que no existen, palabras que no dices. Tus labios, solo yo y tus labios.

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