martes, 3 de marzo de 2009

Asiento vacío

Largas han sido las horas desde que te vi por última vez, mi palpitar ha disminuido y mi percepción ha perdido esa agudeza que antes me caracterizaba, siento que voy a explotar, que me voy a deshacer, te haz vuelto mi vicio y tú no lo sabes, es más creo ni por tu mente pasaría semejante aberración, una noche más de desvelo pasé pensando en todo lo que puede pasar, me dormí me levanté, no hubo sueño revelador, ni siquiera relajante, solo la sensación de cerrar y abrir los ojos un breve instante, me disparé de la cama y me dirijo a la computadora, lleva dos días reproduciendo música clásica, día y noche, quizás esto me relaje. Me baño, me arreglo, me peino, busco algo que nunca me hayas visto, un pensamiento muy trivial y soso pero así funciona mi pendejees. Uso de nuevo esa loción que hace tiempo dejé de usar por apatía, agarro una manzana y me dirijo hacia la escuela.

El día pasa sin ninguna contrariedad, las clases aburridas y la lectura de la poesía para la última clase, mi clase más esperada. Mis maestros se enojan pero yo no logro asimilarlo, salgo de las clases como si nunca hubiera entrado solo puedo pensar, en que es lo que estarás haciendo, me dirijo a la sala de computo de la escuela, queda todavía media hora para mi encuentro contigo, desvarío un poco hasta que llega la hora de la clase, mi corazón se acelera, se alegra, se emociona.

A punto de apagar la computadora, cierro lentamente todo, quiero llegar después de ti para sentarme a tu lado sin que se vea tan evidente, pero también quiero llegar antes para comprobar si tú harías lo mismo, antes de cerrar el messenger, veo que te conectas, te saludo, algo raro hay en el ambiente, no es tu nick, no es tu foto, pero sé que eres tú. Mi mente y mi corazón corren en círculos, no logran detenerse y saben que algo no está bien, mi percepción es la correcta, no irás a clases, estás enferma, mi ilusión cae por los suelos y mi deseo de verte sigue creciendo.

En el salón mi mente sige difusa, leemos y escuchamos poesía, yo solo quiero verte a los ojos, ver tu sonrisa, oler ese aroma que me pones de vez en cunado, un olor tan tuyo, tan fresco, tan parecido a la playa. Manuel Acuña y su "Nocturno a Rosario" ¿Será que despues de esta entrada agarraré un revolver y me suicidare? Creo me falta todavía mucho camino amargo por recorrer. Termina la clase y me queda viendo ese asiento que tú ocuparías, es aroma que dejaste impregnado en mí, salgo despacio intentando llevarme tu esencia, camino y me pierdo en la parada del camión.

El regreso a casa es algo aburrido, caluroso, veo a una compañera de nuestra clase, me remonta a tí esa imagen, me pongo a leer para distraerme un poco, llego a mi bajada, y camino a mi casa, mi pensamiento sigue rondándote, entro me despojo de mi ropa y me pongo a escribir esta entrada.

-sigo sin comprender por qué me pones así, solo sé que me agrada-

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